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201512 meses (o 15 o 16 o 18…)
Son las 4 de la tarde. El día está soleado, pero fresco. Yo camino algo apurada con Tahiel en el cochecito. Es que estoy llegando tarde al gastroenterólogo y conseguimos este sobreturno antes de irnos a nuestro primer viaje largo en familia (#europamagica2015).
Mientras cruzo un túnel, escucho la conversación de dos chicas que caminan delante de mi. Una lleva una bicicleta. Las dos tienen mochila. Deberán tener alrededor de 28-30 años.
–No me veo teniendo un hijo, alguien que depende de vos todo el tiempo. Yo ahora hago lo que quiero. –le dijo una a la otra.
–Yo tampoco. Mis amigas del secundario tienen casi todas y se viven quejando.
Después dicen que es un amor terrible, pero no paran de quejarse. –remata la que va en bicicleta.
Yo trato de acelerar el paso para escucharlas más. Es un tema que me interesa. Igual, mucho no me cuesta porque hablan fuerte.
–¿Para qué traer más chicos a este mundo si está lleno? ¿con todos los quilombos que hay?
–¡Tal cual! Yo estoy bien así. Lo único es la edad… El tema es si después me arrepiento, ¿no?
–Yo no pienso arrepentirme. ¡Estoy tan bien así! A veces pienso que ni novio quiero tener.
Ellas siguieron hablando. Yo doblé hacia la derecha y apuré más el paso. Llegaba tarde. En esos últimos metros hasta entrar al consultorio me acordé de este post que empecé a escribir hace cuatro meses (lo corrijo ahora, la decima cuarta vez que lo retomo, lo empecé hace seis meses). Sí, mi intención era hacerlo el día en que Tahiel cumplía un año y yo cumplía 12 meses de ser, o de intentar ser, mamá.
Pero nunca pude terminarlo. Siempre había otras prioridades.
Sin embargo, escuchar esa conversación me identificó tanto que necesité retomarlo. Me escuché a mi misma hace unos años. Y me acordé que el post lo había empezado así:
Cuando tenía 20 años quería tener tres o cuatro hijos. Me imaginaba una casa grande (o chica) llena de amigos de mis hijos. Me imaginaba grandes reuniones familiares y multitudinarios cumpleaños. Me imaginaba siendo cómplice de sus amigos y de alguna aventura. Me imaginaba mamá.
Cuando tenía 30 años ya no me imaginaba nada de eso. Estaba estudiando mi segunda carrera, tenía otros planes, otros proyectos, quería hacer del viaje, la fotografía y la escritura un estilo de vida y no quería sentirme atada a nada. Quería seguir teniendo la libertad de hacer lo que quesiera hacer cuando quisera y con quien quisiera. Sentía lo mismo que las chicas que caminaban esa tarde bajo el túnel. Aunque suelo decir que siempre estamos, consciente o inconscientemente, atados a «algo» y que por eso uno no suele ser realmente libre, creo que la libertad es una especie de sentimiento que nos invade cuando uno hace lo que tiene ganas de hacer. Creo que la libertad y la felicidad están íntimamente relacionadas. A los 30 yo no quería que ese “algo” sean los hijos.
El tiempo pasó. Me recibí por segunda vez. Seguí con mi trabajo editorial. Seguí con los viajes de 15-20 días. Seguí con mi rutina de ese momento. Nos mudamos a un departamento más grande. Y un día quedé embarazada. Era septiembre de 2008. Yo no sabía si estar feliz o no. No sabía si estaba preparada. Había algo raro en todo lo que estaba sintiendo. Sentía que a mi alrededor estaban más entusiasmados que yo. Pasaron tres meses y perdí el embarazo. No fueron tres meses tranquilos. Tuve que hacer reposo, tuve que cuidarme mucho. Tuve que visitar muchas veces al médico. Cuando nos enteramos de la noticia fue muy triste, pero yo me repuse bastante rápido. Lo único que quería era que me operaran y me devolvieran “mi vida”. Quería volver a ser yo. Quería volver a mi cotidianeidad y olvidar el mal trago. Yo sentía que no había sido el momento. Que si había pasado eso por algo era. No estábamos teniendo la vida que imaginábamos con hijos. A partir de ese momento nos surgieron muchas más dudas sobre el tener o no tener hijos.
Por un lado, nos planteábamos la pregunta del millón: ¿para qué traer otra persona a este mundo si el mundo está superpoblado (aunque mal distribuido)? ¿Y si adoptamos? ¿Y si le damos una familia a alguno de los miles de niños que no la tienen?
Por otro lado surgía la pregunta sobre si la vida que estábamos llevando era la que queríamos darle a nuestro hijo. ¿Íbamos a tener el tiempo suficiente para estar con él? ¿Nos íbamos a vivir quejando ante su presencia? ¿Íbamos a poder sobrellevar el cambio de hábitos que tener un hijo supone? En ese momento hacía 10 años que estábamos juntos y ya teníamos tan incorporado el vivir solos que no sabíamos cómo iba a ser sumar a una persona más.
Un año después tomamos la decisión de hacer un cambio de vida y nació todo lo que hoy es Magia en el Camino. Vinieron los viajes y la vida un poco más nómada, la libertad de manejar un poco más nuestro tiempo y la sensación de que la nueva forma de vivir podía ser más apropiada para recibir a Tahiel. Queríamos estar más tiempo con él aunque después eso, a veces, lo sintiéramos como un obstáculo para hacer todo lo que queríamos hacer.
LLegó el 2013 y la noticia del embarazo fue diferente. Si bien no estaba del todo convencida, tenía más ganas. Sentía que estábamos en otra situación y que todo podía resultar diferente. Además, no hay que negarlo, el tiempo biológico estaba presente y me estaba jugando una mala pasada. Por un lado seguía sin querer porque sabía que se me venía un cambio muy grande (aunque nunca pensé que era tanto). Por el otro, me planteaba que si no era ahora no podía ser nunca más. Los años biológicos van pasando y es cada vez más riesgoso hasta que llega un momento que es imposible ser mamá. Por lo menos, de un hijo biológico.
Cuando leo textos en los que las chicas plantean todos los porqués no quieren tener hijos siento que lo único que podría decirles, además de que tienen razón en todo (porque plantean cosas que no vamos a negar) es que el tema del tiempo y la edad a las mujeres nos juega en contra y es de lo único que no podemos volver atrás. El hombre, si no quiere tener hijos puede seguir con su postura hasta entrado en edades avanzadas, ya que solo necesita encontrar una mujer que sí quiera y pueda tenerlos. Pero las mujeres, además de cargar con el embarazo, tenemos el tema de la edad. Entonces, a esas mujeres les digo que sigan en su postura y que no le presten atención a las cosas que les dicen, pero que solo tengan en cuenta el tema de que no se pueden arrepentir. Yo creo que muchas no lo harán porque son decisiones pensadas y sentidas, así que si es lo que desean, lo mejor es seguir con esa postura y disfrutarla.
Por nuestra parte sentíamos que el tema del tiempo no era menor y sí tuvimos miedo de arrepentirnos. Por lo tanto había que tomar una decisión. Y la tomamos. Esto no quiere decir que decidimos tener a Tahiel solo porque era «ahora o nunca», nosotros sentíamos que era el momento, pero es verdad que algo influyó el tema de la edad.
No tuvimos que hacer grandes esfuerzos. Al poco tiempo de intentarlo aparecieron las dos rayas rosas en el test de embarazo y el mundo se nos caía encima sin previo aviso.
Estábamos felices, pero al mismo tiempo rodeados de una gran incertidumbre. Por un lado, sabíamos que se nos venía un gran cambio, pero por el otro sabíamos que antes de su llegada habíamos hecho todas las cosas que queríamos hacer solos y que a partir de ese momento todo sería de a tres. Y eso nos entusiasmaba. La primera pregunta que nos hacían era sobre los viajes. ¿Y ahora no van a viajar más, no? Tener un hijo te saca muchas libertades, pero no todas. Ya les contaré sobre la sensación de libertad en otro post, pero mientras les adelanto que uno puede seguir haciendo muchas cosas, entre ellas viajar, cuando tiene un hijo. La diferencia es que se hacen de otra manera, a otro ritmo y con otros objetivos. Y eso es lo que más nos cuesta aceptar a los padres. Pero ellos no tienen la culpa y los que debemos manejar la situación somos nosotros. Este post lo estoy terminando de escribir desde Ovar, una pequeña ciudad en Portugal donde nos estamos alojando en la casa de un amigo que conocimos a través de couchsurfing en Mozambique. Estamos viajando. Los tres. Lo estamos disfrutando mucho, aunque para nosotros es más cansador de lo que pensábamos. Pero eso también lo hablamos en otro post.
Todo este rollo (como dirían mis amigos españoles) era para contarles que hace 12 meses (o 14, o 16 o 18…)
– que no veo una película o una serie.
– que mi casa ya no es mi casa porque aparecen juguetes en los lugares menos esperados, porque hay un montón de nuevos objetos que nunca pensé que iban a formar parte del mobiliario, porque aunque uno limpie y ordene siempre se desordena…
– que casi no escucho música.
– que no salimos con Dino al cine o a comer solos. Vemos algunas parejas que comen en restaurantes con sus pequeños y que estos se quedan tranquilos en la sillita o en el cochecito, pero no es el caso de Tahiel. Con él es imposible. Las pocas veces que nos sentamos en algún lugar son las ocasiones en las que Tahiel duerme.
– que no me doy una ducha tranquila y reparadora sin que alguien esté tocando a la puerta del baño o llorando para estar en mis brazos.
– que no puedo estar dos horas seguidas sin interrupciones frente a la computadora.
– que no encuentro largos momentos para inspirarme y escribir.
– que mi ropa está siempre sucia.
– que no puedo mirar una vidriera tranquila o perderme horas en una librería.
– que aprendí a hacer un montón de cosas con una sola mano (algunas que ni siquiera me imaginaba que se podían hacer sin ayuda de las dos manos)
Hace 12 meses (o 14, o 16 o 18…) que tengo a una personita totalmente enamorada de mi; que cada vez que me sonríe me derrito y siento que todas las pelotudeces por las que me preocupo no tienen sentido (aunque a los pocos minutos me vuelvan a preocupar); que me sorprende día a día con su aprendizaje; que aprendí lo que es el sacrificio (aunque hay mamás que se sacrifican muchísimo más); y que redefiní el concepto de libertad. Pero todo esto se los voy contando en los post que vienen. Hay mucho para compartir. Cuando uno comparte nunca sabe a quién puede estar ayudando. Y eso es lo lindo de compartir. Todos los que quieran compartir sus experiencias pueden hacerlo en los comentarios.
Creo que la única manera de entender el sacrificio que uno hace por un hijo es el AMOR, indescriptible e inexplicable, que uno siente hacia ellos. Aunque lo mio no fue amor a primera vista…. yo me enamoré de Tahiel con el tiempo. Pero eso también se los cuento en los próximos encuentros…
(Esta foto me encanta… aunque Dino dice que no es la más linda)
También podés leer estos post que escribí en mi otro blog:
– Veo Veo algo pequeño que cumplió tres meses (este se los recomiendo porque lo escribí «en cuotas»)
– Escribir un libro y tener un hijo (lo del árbol lo dejamos para después)
– Mientras vos crecés (este lo escribió Dino)
Vir
¡Hola Al! Ay… yo tranquilamente podría ser una de esas chicas del túnel. Estoy a pocos días de cumplir los 31 y sigo con la idea de no tener hijos por el tema del tiempo y todo lo que detallas en el post. Se lo del reloj biológico, hasta me puse en mi lista leer sobre el tema de congelar óvulos, pero bueno… por ahora, siento que todavía no quiero.
Al mismo tiempo me planteo en todos los niños que ya hay en el mundo que necesitan de amor y una familia y me siento egoísta trayendo una vida al mundo y dándole la espalda a millones.
Leerte es obvio que me produce seguir firme con mi postura, pero el final se me hizo esa sonrisa de «aaay qué lindo debe ser».
En fin, faltan años y ya veremos… 🙂
aldana
Hola Vir!!!
Recién veo este mensaje! (es que el tiempo de viaje con Tahiel hace que mi blog lo tenga un poco abandonado). Muchas gracias!
Es como vos decís. Es difícil la decisión, porque a las que no tenemos ese «don» maternal desde antes, esa necesidad de ser mamá, nos persigue un poco el tema del tiempo biológico.
La verdad es que a mí me resultó mucho más complicado de lo que pensé y me afectó mucho el tema de mi libertad, pero no a todas las mujeres les pasa lo mismo. Y la verdad, también es, que una vez que lo ves ahí, crecer, aprender, desafiarte todo el tiempo y hacer algoo nuevo todos los días, te lo querés comer a besos!
jaja
Eso sí, el tema de viajar se complica un poco, pero se puede. Ya lo cuento mejor acá http://magiaenelcamino.com.ar/10-cosas-que-nadie-me-dijo-sobre-viajar-con-bebes-o-ninos-muy-pequenos.html
Y lo fundamental, creo, es entender que en la vida todos son ciclos. Ahora mismo, Tahiel está por cumplir dos años y ya la relación es otra, tiene un poquito más de independencia, le hablas y te entiende (aunque no te haga caso) y empezar a compartir más cosas. Eso lo hace más lindo. Hace más linda la relación.
Igual, todavía tienes 31!!! Yo a esa edad no quería saber nada! jaja
Besos y gracias por tu comentario!
Alda
Moni
Que lindo post Aldana, me hiciste emocionar. A mi me pasó más o menos lo mismo al tomar la desición, fue más por la edad y por miedo a arrepentirme después. Tuve a mi primer hijito a los 36 y ahora con 39 estoy esperando el segundo. De más está decir que estoy feliz. Ahora tiene 3 años y medio y ya podemos hacer muchas más cosas que a la edad que tiene Tahiel, podemos salir a comer y no toca todo como cuando era más chiquito pero hay que disfrutar cada etapa porque todo pasa muy rápido. Y los viajes con él los disfrutamos un montón también, aunque claro que nada que ver con los que hacíamos antes jaja, pero cuando volvemos y vemos las fotos con el tiempo nos damos cuenta de lo lindo que es viajar con él y poder compartir todo eso y enseñarle cosas a través de la experiencia. Todo tiene otro sentido ahora. Bueno, que sigan muy bien en este viaje!! Besos a los 3!
aldana
Muchas gracias, Moni!!
Y perdón por responder tan tarde! Es que el tiempo que le pude dedicar durante el viaje a mi blog fue casi nulo!!
Gracias por compartir tu experiencia!
Y sí, a medida que van creciendo se pueden compartir más cosas y eso cambia todo! Yo lo veo a ahora, de a poquito, que Tahiel se acerca a los dos añitos.
Besos
Isa
Qué lindo leerte Alda. No sabes todo lo mucho, y para bien, que me gusta leerte, escucharte y conocer muchas de tus vivencias. Desde el mismo día que te conocí (en que ya te escuché parte de lo que aquí leo) hasta cada nueva historia que te leo.
Que siga mucha magia en el camino!!!!!
Abrazote grande, de corazón!
aldana
Muuuuchas gracias, Isa!!! Gracias por estar siempre y acompañarme! Gracias por tus lindas palabras de siempre!
Como les dije a las demás, perdón por la tardanza en responder!
Espero que toda la familia (que se agrandó hace poco!!) esté muy bien!
Besos
Aldana
paquitahinojosa1
Que bien que expreses tus emociones y pensamientos con tanta claridad. El compartir da una idea de realidad distinta al pensar en solitario, el lenguaje genera perspectivas, y crea realidades, ya que es imposible pensar sin lenguaje. Yo soy madre de mellizos de 8. Somos peruanos, estamos tambien viajando con ellos, el 2014 por Argentina, y Brasil, ahora por Chile y esperamos por toda Sudamerica. Y lo que cuentas me hace recordar con tanto afecto mi propia experiencia, y pensar en aquellas que viven lo mismo.Reirme tambien de aquellos escepticos que opinan que no se puede. Es maravilloso como bien dices.A mi llegaron de sorpresa, tambien tenia muchas dudas, pero no cambiaria ni un segundo. El aprendizaje que experimento dia tras dia es abrumador, son como dosis de felicidad directo a la vena!. Me encanto tu post y te seguire, ya te sigo en realidad, aunque lo hare con mas vehemencia. Un enooorme abrazo y sigamos en contacto.
aldana
Hola!!
Muchas gracias por tu comentario!
Qué lindo que estén viajando por Sudamérica!
Yo me lo re imagino a Tahiel de ocho años viajando por el mundo!! Ojalá podamos seguir. Es una edad ideal!!
Besos! y que disfruten mucho!