El amor se construye

«Ser mamá de Tahiel» es la nueva categoría del blog, donde intentaré contar mi experiencia en esta nueva etapa de mi vida: la de ser mamá. ¿Por qué se llama así? Porque el título implica que somos dos personas (él y yo) cada una con su contexto. Yo, en mi contexto, no soy igual a las demás mujeres y él, como Tahiel, no es igual a los demás niños. Por lo tanto, las experiencias serán diferentes (o no…) y, posiblemente, mucho de lo que cuente estará relacionado con los viajes, con el trabajar en casa o con lo inquieto que es Tahiel. Los invito a acompañarme y a compartir sus experiencias.

El cordón umbilical. Eso es lo primero que recuerdo del parto. Grueso, ensangrentado y en espiral. Me sorprendió cuando lo vi colgando delante de mis ojos. Desde que escuché que los bebés se alimentan a través del cordón umbilical mi imagen de esa conexión entre mamá y bebé era fina y débil. Como una soga angosta. Jamás lo pensé como una cadena.
Tahiel lloraba. Mucho y fuerte. Estaba colorado y sucio. Lo colocaron unos minutos en mi pecho y no recuerdo más nada. Vi que la partera puso a Tahiel en los brazos de Dino y desaparecieron los tres por la puerta de la sala. Mi mente estaba en otro lado. No sé bien dónde. Es el día de hoy que me pregunto si fui consiente de lo que pasó en esa sala, ese día y a esa hora.

 

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