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2013Esta nota apareció publicada, con algunos cambios de edición, en la Revista Rumbos de abril de 2013.
No hay despertador. El Sol y la Luna dicen qué se hace, cómo y cuándo. El primero se asoma a las 4. En ese momento se escucha el llamado desde el alminar de la mezquita. No estamos en un país musulmán. Estamos en Ibo, una isla en el norte de Mozambique, donde la mayoría de sus 4000 habitantes practica esa religión y habla el kimwani, una mezcla de árabe y swahili.
Salam! Salam! Nos saluda Abdala cuando nos ve llegar desde el muelle. Salam! Salam!, dicen las mujeres que pasan a nuestro lado cargando pesados baldes con agua sobre sus cabezas. En un país conquistado por los portugueses, la presencia de carteles en árabe y el sonido del saludo Salam! se perciben, por lo menos, extraños ante nuestros ojos y oídos. Pero basta solo con hacer un poco de memoria o recurrir a la historia para entender sus causas. Antes de la llegada de los portugueses en el siglo XV, Ibo era un importante puerto comercial árabe, un lugar de paso y descanso entre los tantos puertos comerciales en el océano Índico.
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