febrero 2013

Turismo rural, ¿una alternativa para el despoblamiento?

Calles de tierra, muy poco tránsito, camionetas viejas, perros descansando bajo la sombra, almacenes antiguos y casas aisladas, forman una postal cada vez más común de los pueblos en la provincia de Buenos Aires y en otras provincias del país.

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Niñas no tan niñas

«En él, con mucha dificultad y no menos tiempo, los críos acaban llenando sus cubos. Luego, los transportan sobre la cabeza de tal manera que no se pierda ni una gota. Para ellos, concentrados y atentos, tienen que caminar intentando mantener el equilibrio de sus menudos cuerpos infantiles.» (Ryszard Kapuscinski, Ébano, 1998).

Una de las cosas que más me llamó la atención de África es la cantidad de niños realizando las mismas tareas cotidianas que los adultos, en este caso, la recolección de agua.

Ilha de Mozambique, Mozambique. 

niñascargandoagua

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Buscar la sombra

«…Cuando hace un calor tan insoportable no se puede andar durante mucho rato: no hay con qué respirar, las piernas se flaquean y la camisa se empapa en sudor. Después de una de hora de semejante vagabundeo uno acaba harto de todo. Solo queda un anhelo: sentarse en algún sitio, necesariamente a la sombra y a poder ser junto a un ventilador. En momentos como éste uno se plantea si los habitantes del norte se dan cuenta de la gran bendición que supone es cielo gris, tupido y eternamente encapotado que, a pesar de todo, tiene una virtud maravillosa e inapreciable: que en él no aparece el sol.» (Ryszard Kapuscinski, Ébano, 1998).

En África, las horas pasan así: sentados bajo la sombra, cocinando, peinándose o, simplemente, descansando (como los animales).

Isla de Ibo, Mozambique.

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Crotto: la manía de saludar

“Quiero volver al campo”, me dice Sandra, desde el otro lado de la cerca que separa su casa de la “calle” y de un hermoso jardín con flores coloridas que ella misma plantó. Miro a mi alrededor e, ingenua, le digo: “pero si estamos en el campo”. Claro, desde mi concepción citadina, Crotto, un pueblo de algo menos de 200 habitantes, en el que las casas se encuentran a dos cuadras de distancia unas de otras y donde la tranquilidad y el silencio se adueñan de las horas, Crotto es el campo. Pero ella, con una sonrisa cómplice me cuenta que cuando era chica se crió en el campo. “Estábamos solos, con mis papás y mis hermanos. Yo aprendí a criar gallinas y a ordeñar vacas. Eso es el campo. Allá no hay nadie. Ahora soy la bibliotecaria y me encargo de cuidar las flores y plantas de la plaza del pueblo. Siempre hay algún joven que las destruye”.

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